Una convulsión se produce por la aparición de una actividad eléctrica anormal en el cerebro.
La causa más frecuente es la fiebre (convulsiones febriles), aunque también pueden producirse por bajada de azúcar, algunas medicinas o tóxicos, golpes en la cabeza, enfermedades neurológicas o infecciones.
Puede ocasionar una pérdida brusca de conciencia con caída al suelo, desconexión del entorno con mirada perdida, contracción de la mandíbula (boca morada y cerrada con fuerza), rigidez o flacidez y/o movimientos involuntarios de un músculo o parte del cuerpo (como sacudidas de los brazos y/o las piernas).
Durante el episodio pueden hacerse pis. Suelen durar poco tiempo (menos de 5 minutos).
Posteriormente, el niño suele quedarse adormilado, confuso y/o desorientado un tiempo.
¿Qué hacer?
- Mantener la calma.
- Colocar al niño en un sitio seguro, tumbado de lado, con una almohada o toalla bajo la cabeza y alejar objetos con los que pueda golpearse.
- Si es posible, controle el tiempo (la duración de la convulsión).
- Espere a que ceda espontáneamente. Si no ha cedido en 2 minutos y su médico le ha recetado una medicación, adminístrela. Si la convulsión continúa, active el 112.
- Los medicamentos para las convulsiones son muy efectivos. Pueden administrarse por vía rectal (Diazepam) o por boca (Midazolam), entre la encía y la parte interior de la mejilla o carrillo.
- No sujetar al niño intentando impedir el ataque.
- No introducirle nada en la boca.
- No darle nada de comer o beber hasta que esté consciente (tampoco antitérmicos por boca).
- No intente darle un baño de agua fresca para bajarle la fiebre.
- Acudir al médico si es la primera vez que le ocurre, la crisis ha sido muy larga, el niño tiene dolor de cabeza intenso y/o vómitos, ha sufrido un golpe en la cabeza, no se ha recuperado adecuadamente o está adormilado, decaído o irritable.
Las convulsiones son la urgencia neurológica más frecuente en Pediatría. Es importante conocer cómo manejar las crisis convulsivas en el ámbito extrahospitalario, por el riesgo de morbimortalidad cuando se prolongan –estatus epiléptico (EE)– y porque pueden ser la manifestación inicial de procesos agudos graves que requieren una actuación inmediata (crisis agudas sintomáticas).
La mayoría de las crisis ceden solas en 2-3 minutos, y el paciente llega a Urgencias sin actividad convulsiva. Si la crisis no ha cedido espontáneamente en pocos minutos, se considera un EE incipiente y se debe comenzar el tratamiento de forma inmediata (en la práctica, en todo paciente que llegue a Urgencias con convulsión activa).
Si la convulsión se prolonga, cada vez se hace más resistente a los fármacos anticonvulsivos, aumentando el riesgo de morbilidad (depresión respiratoria, daño neurológico permanente). La mortalidad se estima en un 2-3% por el EE en sí, aunque puede ser mayor en relación con la causa que lo produce. La administración extrahospitalaria de anticonvulsivantes puede controlar las crisis, evitando la evolución a un estatus establecido.
1. Asegurar oxigenación, ventilación y función cardiovascular: mantener la vía aérea libre y administrar O2 al 100% por gafas nasales o mascarilla. Valorar la necesidad de aspirar secreciones y colocación de una cánula orofaríngea, si está inconsciente. Monitorizar la saturación de oxígeno, electrocardiograma (ECG) y tensión arterial. Medir la temperatura.
2. Tratamiento anticonvulsivo2,3: las benzodiacepinas son los fármacos de elección en el tratamiento inicial, y no difiere si el niño toma fármacos antiepilépticos. No es necesario el acceso intravenoso para iniciar el tratamiento de las crisis. El midazolam por vía oral.
Bibliografía >> Guía practica de primeros auxilios para padres del DR Juan Casado Flores y Dra. Raquel Jiménez García Hospital Niño Jesús.
la convulsión, afecta a niños, o a dolecentes , si tienen problemas de corazón.