Educando sin tecnología: ¿Rebeldes o visionarios?

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La enfermera escolar alerta: reducir la dependencia tecnológica de los menores no sólo es urgente, sino que afecta a su salud física, social, emocional y mental.

Sin embargo, en algunos entornos educativos se está abusando de la tecnología y gamificación vía apps como sinónimo de “modernización”, tanto como en formato contenido o como canal para enseñar, relegando o reemplazando otros métodos o sistemas que no por “antiguos” dejan de ser útiles, efectivos y saludables.

Queremos alertar de que hay que poner límites y control a las horas que se invierten frente a las pantallas sobretodo en edades tempranas.

Aunque es indudable que la tecnología aplicada a la enseñanza tiene multitud de beneficios, también tiene una serie de riesgos inherentes que es mejor no obviar, y que los procesos “manuales” son necesarios para un correcto desarrollo de la personalidad.

La vertiginosa rapidez con la que se están fusionando como parte imprescindible de nuestras vidas cotidianas, y los indudables grupos de interés en incorporarlo a las aulas (google, Microsoft, Lego, etc.) chocan de frente con una multitud de estudios (con mucho menos presupuesto para promocionarse) que ya alertan sobre los efectos que su abuso, en niños y adultos, y los preocupantes datos sobre incremento de patologías y problemas catalogados como adicciones y que afectan a muchos (solo hay que ver el increíble crecimiento de clínicas y servicios para su tratamiento).

Probablemente tanto yo que escribo este artículo como Ud. que lo lee, seguramente desde su móvil, estemos ya sin saberlo abusando del su uso recomendable por lo que se trata de crear una conciencia crítica que nos recuerde que debemos aparcarlos de vez en cuando, igual que nos recordamos que hacer deporte es bueno para nuestra salud.

Por lo que aprovechamos para recordarle que debe dar ejemplo.

¿Somos la generación del “homochepus”?

¿Cómo pueden esos padres ser ejemplo para sus hijos, si ignoran que es muy posible que ellos mismos están “enganchados”?.

La “adicción tecnológica” no es sólo un problema para menores, muchos padres tampoco son conscientes del peligro ni el ejemplo que dan.

Además del creciente número de casos confirmados de adicción en menores, estas pueden evolucionar hacia otras patologías como la ludopatía, agorafobia, ansiedad, falta de sueño y sus efectos (¿cuantos likes tengo hoy?) y otros que parecen ya comportamientos casi comunes ante los cuales no parece que exista una alarma social.

Recordemos que en los años 30 y 40 parecía gracioso o aceptable el vivir con un cigarrillo en la boca, o que una niña con poderes y coletas (Pipi) fumase. Hoy cuando la avalancha de datos confirma lo perjudicial de esos comportamientos y adicciones, se invierten grandes cantidades de dinero en promoverlos, y se hace patente la necesidad de alertar y contrarrestarlos.

Es por eso que cobra mucha importancia educar desde las edades más tempranas y crear autocriterio para que nuestros menores sepan identificarse cuando pierden el control y por otro lado ‘destigmatizar’ el problema para que acudan antes de que sea tarde a pedir ayuda, su entorno les de apoyo y comprensión.

Si tenemos una pierna escayolada, nadie tiene apuros o vergüenza en explicar que le ha pasado, pero si tenemos una adicción la sociedad se ha acostumbrado a prejuzgar y a enseñar que es mejor ocultarlo. Una adición es = enfermedad, y como tal tiene síntomas, consecuencias pero también tratamiento y cura. Pero es fundamental la información, la alerta y actuación temprana.

Evidencia científica rotunda

La Academia Americana de Pediatría (AAP) es rotunda y basa sus recomendaciones en evidencia científica: evitar totalmente la exposición a la TV y otras pantallas antes de los 2 años de edad, pero hay muchos más estudios que avalan esta alerta y sus efectos negativos sobre la salud, que van desde un incremento en la violencia y conductas agresivas (Strasburger, 1993), imágenes sexuales distorsionadas (Huston, Wartella, & Donnerstein, 1998; Strasburger, 1993), problemas de imagen corporal y autoconcepto (Harrison & Cantor, 1997), obesidad o problemas nutricionales (Deitz & Gortmaker, 1985; Obarzanek et al., 1994; Page, Hammermeister, Scanlan & Allen, 1996; Tucker, 1986; Tucker & Bragwell, 1991; Tucker & Friedman, 1989; Williams, Sallis, Calfas, & Burke, 1999).

Y estos sólo tratan en su mayoría el consumo de horas frente a la TV o PC, no digamos ya las consecuencias de videojuegos, apuestas online o uso de redes sociales, y lo que la sobredosis de dopamina causa en sus cerebros y personalidades.

La dopamina no es mala, juega un papel crucial en todo lo que hacemos y en la motivación humana, se genera como recompensa cuando y nos hace sentir felices haciendo algo, por lo que nos pide repetirlo; de ahí su papel tan importante en detonante de las adicciones.

Pero en los menores el sistema nervioso central y el resto de sistemas están en pleno proceso de formación, por lo que la sobre-estimulación exclusivamente por sentido visual y el auditivo afectan e interfieren en un desarrollo equilibrado, en una edad donde su desarrollo debería estar centrado en la exploración sensorial, lo que trastorna el concepto real de espacio y tiempo, provocando desconexión sobre cómo funciona el mundo real y una sobredosis de dopamina que se puede convertir en adicción.

El riesgo de los inofensivos videojuegos, es que aumentan la producción de esta molécula en el cerebro, y más aún ante la certeza o anticipación de que vamos a perder o ganar, es decir se tergiversa un principio natural: la motivación es el camino “partida” hacia el objetivo, no conseguir el objetivo en sí mismo. Conocemos previamente el resultado en un mundo virtual donde se puede rectificar y repetir sin sufrir daños, lo que les acostumbra a tomar más y mayores riesgos (con su consecuente aumento de dopamina).

Otro problema es que además reducen el necesario tiempo de juego, exploración, aburrimiento para activar la imaginación o desarrollar la habilidad de comunicarse con otros niños y adultos que es en lo que más tienen que invertir cuando se están formando sus personalidades.

Sin olvidar que hay otro peligro oculto; que puede que reciban mensajes que no sean acordes, y que siempre requiere de supervisión adulta.

Por supuesto TV o móviles antes de dormir o apenas despertarse son un NO rotundo (y este consejo es válido para adultos también).

Para dormir debemos llevar al sistema nervioso a un estado de calma, así como al levantarnos necesitamos activarnos paulatinamente y no de manera brusca. Por la mañana, lo mejor es desayunar sano (es la comida más importante del día), hablar con los padres, y si queda tiempo hacer alguna manualidad o ayuda en las labores domésticas.

Dormir bien = felicidad y salud.

Una encuesta realizada en Australia a 47.000 niños reveló que un 47% de los menores de 15 años encuestados declaraban dormir con algún dispositivo a su alcance, y un 29% reconocían que éstos les impedían dormir lo suficiente o se despertaban varias veces a consultarlos. Estos datos empeora a mayor edad.

Cuando son muy pequeños los dispositivos inteligentes les dan una falsa sensación de control e inmediatez y conectividad social irreal. Lo quieren tener y saber todo ya; desarrollan la impaciencia por todo y falsa sensación de realidad

¿Y qué pasa en el cole?

Limitar el tiempo de exposición a internet y rr.ss., con esa inmediatez de respuestas (muchas veces con des-información) en lugar de buscar otras fuentes o medios de aprendizaje, se ha convertido en la ‘new trend” de la educación en algunos de los colegios más elitistas del planeta, y donde (¿casualidad?) acuden los vástagos de los altos ejecutivos de las empresas de Silicon Valley, donde cada vez más lo que se les facilita son espacios para “ensuciarse las manos” y construir.

El asegurar en los colegios espacios libres de tecnología y conectividad, así como fomentar la experimentación fuera y dentro de las clases con actividades manuales, es algo que siempre ha dado buenos resultados y no debe perderse.

Un reporte de la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD) resalta que los sistemas educativos que han invertido fuertemente en ordenadores no apuntan mejoras significativas en sus resultados PISA, e incluso algunos, según las palabras de su presidente Andreas Schleicher, lo hacen incluso peor.

Son cada vez más los colegios que creen que limitando o introduciendo gradualmente el uso de las tecnologías ayuda a desarrollar competencias básicas de aprendizaje, toma de decisiones, creatividad y concentración – mucho más útiles en la vida que saber pasar de pantalla o saber utilizar un power point o Excel – que además puede que sean herramientas obsoletas cuando quieran acceder al mercado laboral o emprender sus propios proyectos.

Es decir, cada vez más evidencia apunta a que los alumnos aprenden y asimilan mejor el conocimiento haciendo/reproduciéndolo ellos mismos (manualidades, carteles, presentaciones, vídeos, etc.) que simplemente consumiendo información en una pantalla.

Difícil pero no imposible.

Actualmente el mercado laboral y la dificultad para “sacar tiempo” de calidad con los hijos, llevándonos “gracias” a las tecnologías el trabajo a casa, sumado a núcleos familiares más pequeños o aislados: que no cuentan con el apoyo de otros familiares, vecinos, o comunidad educativa, hacen muy cuesta arriba organizar y dar continuidad a un plan e implican un esfuerzo adicional para el que no siempre queda más energía o se da un buen ejemplo.

Por eso es que es una tarea de toda la familia seguir unos hábitos saludables y que en resumen son beneficiosos para todas las edades, es decir actuar con coherencia ayudaría a que el mensaje calase.

Recuerda: tus hijos nunca te escuchan, pero te observan constantemente.

Si su hijo o Ud. tiene o cree tener algún problema de adicción, no lo deje pasar. Le recomendamos pedir ayuda e informarse.

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